¡Cuidado! Realidad recién pintada
Pérez Villalta, Guillermo
En el catálogo El hombre vacío
Una de las armas que tiene el hombre en su lucha por entender la vida es la capacidad de imaginar, tal es así que incluso podríamos decir que el mundo externo es imaginado después de pasar por los sentidos. La realidad es pues cuestionable.
Pero por esa insistencia también tan humana, parece que hace de la cuestión de la realidad una constante. El pensamiento científico, como el filosófico o el religioso no tratan de otra cosa que explicar la realidad.
No así ocurre con el arte que siempre trató de lo imaginario; los deseos y la ausencia de lo deseado. Pero este mundo de fantasmas asusta y además la realidad parece constatada por la llamada «verdad». Así entró en el arte bajo los auspicios de la ciencia y la fascinación de ésta por la Naturaleza, maestra de las artes dicen.
Tal es el caso, que esta realidad transforma el arte para pasar a llamar al ensoñado mundo de las imágenes «pintura» o al cambiante lugar de las sombras y las luces «forma».
Ya no vemos sino pintura y es la pintura la que no nos deja ver el cuadro.
Pero el proceso sigue su cauce, azuzado por los moralismos del ascetismo moderno para dudar de cualquier otra cosa que no sea la mera realidad. Así, las cosas son lo que son y «no hay más que lo que ves». La única no realidad es la del crítico teórico que hace de sus teorías, como el científico positivista, explicación fiel de un hecho o fenómeno.
Pero el mundo del arte, lo sabemos o lo deberíamos saber, es otro.
Ya me he referido al vacío como punto de partida y final del arte. Pienso que esto ocurre así más que por otra cosa por la ausencia, la falta de distracción que la realidad lleva para así poder enfrentarnos con el núcleo del pensamiento, de las invenciones que es el material del arte.
Así las dudas, preocupaciones, dolores, alegrías, exaltaciones, etc … Todo aquello que hace y llena al hombre aparece para producir el imaginado mundo de las invenciones.
Esta es la realidad que de verdad nos atañe. La verdad en la que no es necesario creer pues sabemos de antemano que es inventada. Pero sí tiene que ser deseada e imaginada. En este terreno todo es posible y es la incursión de esta invención en la otra realidad, esa que dicen que es la verdadera, donde produce su esperado efecto. Pues el arte aparece ante nosotros así en el mundo cotidiano, porque nos altera o conmueve con su aparición. Ya no es un fantasma porque lo tocamos, pero sigue asustando porque viene de otro mundo.
Si el arte no nos produce esos efectos es que no funciona, no sirve y es algo inútil. Una de las condiciones para que el arte sea, es que nos produzca algún tipo de emoción distinta de lo que producen las demás cosas. Así pues cuidémonos de la realidad.
Sólo lo elaborado por nuestra imaginación puede ser alimento del arte, cuidemos también que éste no se confunda con la realidad. Tropezar con un objeto de arte es una falta de sensibilidad imperdonable.
Bainstorming. Dibujo.
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