Paco de la Torre

Elena Vozmediano

En El Cultural,  p. 35
31/09/2001
La cuestión quizá sea: ¿prestaríamos atención a esta exposición, a este artista (y a otros como él) si no viniera «avalado»  por la etiqueta de «neometafísico»? Es, desde luego, injusto juzgar en grupo, pero es que esta «metafiguración» se nos vende en grupo… ciertamente no como ortodoxia excluyente de otras opciones pero sí como vía augusta para la pintura. ¿Y por qué tiene que ser el cuadro algo tan ordenado, tan esencializado y pulcro, tan engañosamente enigmático, y finalmente tan aburrido? Posturas como las de Santiago Ydáñez, Luis Vigil o José Manuel Vela, entre los jóvenes, demuestran que la pintura figurativa puede seguir otros rumbos mucho más estimulantes.
Paco de la Torre (Almería, 1965) es realmente uno de los artistas levantinos que con mayor propiedad puede soportar la etiqueta aludida. Es un pintor muy digno, sumamente coherente en su estética y en su poética, con buena factura y buen sentido cromático, al que sólo cabe recriminar su tendencia a la retórica hinchada (mas explícita en títulos y textos) y su excesivamente indisimulada admiración por artistas como Depero o Salvo. Lo que vemos en esta exposición, El horizonte roto (una frase bonita), son composiciones geométricas con algún que otro juego de perspectiva pervertida y unos muñecos estáticos incapaces de expresar emociones ni siquiera cuando practican el sexo. De la Torre parece decirnos que esto que vemos no son figuras, no son paisajes ni arquitecturas: son otra realidad, la pictórica. Hombre, ya lo sabemos; no vamos a volver a aquello de los pájaros y las uvas de Zeuxis. Pero, sobre todo, pretender que la pintura – entendida como medio prestigioso, casi aristocrático – triunfe exclusivamente por sí misma hoy, cuando hay tan pocos pintores técnicamente excelentes (que además suelen ser muy poco interesantes como artistas), es llevarla a toda mecha a su extinción.
Catálogo El horizonte roto

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EXPOSICIÓN