DOS JÓVENES SE ACERCAN
Uno.- ¡Mira aquel! ¡Con la navaja se afila las uñas! ¡Corre! ¡Descálzalo! Yo me ocuparé del otro.
Un viejo. -¿Qué sucede, ciudadanos y jóvenes aristócratas del teatro épico y cine berlinés?
Otro.— A la próxima linterna, con él.
Un viejo.— i¡Señoritos!!
Uno.— Un palo te meteremos por el culo.
Un viejo.— Escuchen antes de proceder, jóvenes precipitados: a la pregunta de como empezar, decidirse a tomar un disfraz por su cuenta y llevarlo puesto durante un tiempo (con todo lo que sigue) d joven C respondió con un suspiro largo y placentero de esos que molestan a su interlocutor por su aparentemente excesivo desprecio. Llevaba varios años intentándolo, pero no, todas las prendas con las que intentaba simular y disimularse las había acabado desechando por insufribles o demasiado opresoras. El zumo agriado del realismo descansabables jo.— i¡ogeneas.or en-s se- sobre una bandeja de latón ilustrada con calesas del XVIII. EL joven C, que nunca supo que había sido bastardo alargó el brazo hacia el vaso y antes de besar el borde bostezó. Duró el bostezo casi medio minuto. Y volvió a suspirar. EL zumo le revolvió las tripas-corazón y perdió el sentido. El prisma del bolígrafo descomponía la luz del sol vespertino de de modo que el hueco de la mano se proyectaba un leve intento de arco iris. En el sueno hallo un descanso provisional. Aquella tarde tenía la impresión de que todo el mundo verde iba a ser cortante, que iba a sufrir cortes imprevisibles y después a sangrar. El mundo verde, principalmente el mundo vegetal -y no todo- parecía estar chirriando; piezas metálicas y poligonales (como las estrellas que son el hielo) intentando acoplarse unas a otras. Oxidadas o de sangradas. O una bicicleta desvencijada que llegó por el camino de olmos. C abrió los ojos y reconoció la figura de J aparcando la máquina junto a unos cubos de basura. Como cada jueves J se acercaba a primera hora de la tarde a casa de C. Este jueves la entrega era doble y muy similar tanto en las acciones como en las imágenes. J se disculpo y pidió a C que de las dos composiciones hiciera una, pero C, al jueves siguiente, confesó su impotencia, rogando a J que no la tuviera en cuenta para la próxima ocasión. Dijo algo así como: «agua y aceite». Pasamos a la trascripción de las fábulas. ..
(Dos señoritos se acarician las gargantas, en las farolas los pistoleros de la calle son lentos y arrancan una y una, otra canción a sus ojitos de peces:)
Acomodaos donde gustéis:
Yo sólo os muestro unas pocas escenas.
Unas cuantas secuencias de los que será una Película de
[Madurez.
Boquiabiertos y espeluznantes a un tiempo.
Aquellos maestros del horror pusieron toda su atención
En la pantalla. «Secuencias podríamos llamar
A esa monótona búsqueda de un punto de vista»
se oyó comentar. Y otras críticas igualmente «duras».
Lo que amenazaba con ser un fragmentada muestra de instantes.
Acabó por componer una Historia. Los atónitos
Atronaron por dentro. A Sir Lun se le quemó el hígado
De tanto ardor, pero todo abundaba.
El estallido de apéndice y el reventón de intestino.
—«Nos ha sorprendido despiertos».
—«Nos sorprendieron desnudos» —contestó Sir Lun.
Y todos fuimos uno. La pantalla se cubicó
cristalizando en una percepción única de los que ya éramos uno.
Los bigotes de David, contento del Film, destilaban sirope
Y nosotros, yo, aquéllos «durante unas secuencias»
Comenzamos por terminar de ver la magna obra.
¿Se hizo la luz? Tal vez.
La broma fue pesada. Durante siete años ininterrumpidos
las vidriosas arenas de una playa.
(Apagan las farolas y conectan la TV)
2x
Ment Ira
Habla Iv En Ih Abla
Para Con Testa Tep Ido
Ha (2x) Blasfemias (2x) Obre
Tu Cuer (2x) Podemos
Tra Taremos Tui DA
Sobre Latum(est) BA BA (-bA)
LU Egov Ida
Dedos Vers Osiva
Dei Ra
Dement Ira
2x
(UNO se separa de OTRO. UN VIEJO mira al público y entrega el peso del telón.)
Un viejo.— Por último, para comenzar, os pido responsabilidad, señoritos del asfalto. Ciertamente en las dos composiciones aparecen similitudes (convenientia, aemulatio y sympatia). El joven C confesó su impotencia por educación o por miedo, aunque la ver-dad es que se irritó mucho y sólo cuando entre sueños reconoció la bicicleta de J que entraba por el camino de olmos, se aplacó su ira y aceptó abiertamente (y por enésima vez) su fracaso.