Objetos de otros mundos

Isabel Ramallo y Adolfo Barberá

En el catálogo Objetos e imágenes de otros mundos
ISBN: 84-370-2099-9
En el Hohenzollernbrücke celebramos. Era un día oscuro, aunque tranquilo. Habían cortado el acceso. Sus tensores forman un triangulo de acero. La muchedumbre se había congregado bajo la pirámide g los flancos permanecían desocupados. Primero se oyó un crujido seguido de temblores. Luego, ya casi cubierta de agua, una grieta se hizo visible en el asfalto. La última vez que lo vi –corría el mes de Julio–, estaba acostado, sudoroso, tapado hasta la barbilla con una sabana blanca. Me pregunto ahora si alguien podría brindarme alguna vez una última vez. Inmediatamente renuncia al análisis g a la memoria que elabora una secuencia. No hay miedo, pero parece que tampoco hay resistencia ante el dolor. Estos objetos (¿Kunstwerke?] vienen/van desde/hacia una indecisión originaria. Reclaman una urgente decisión que los constituya en objetos de otros mundos. siempre destituyéndose en sucesivas desapariciones como en un naufragio «pequeños residuos insumergibles en el olvido». Una decisión que -más allá/acá de los fondos privados/públicos (del capital crítico) que hacen del objeto una obra de arte- los sustraiga al limitado póker negro de la inauguración (auguri dottore). Y se introduce por la puerta trasera, repitiendo su tiempo, sin principio ni fin, en otro momento del tiempo, como la grieta que se extiende en el asfalto, inaugurando l’événement. Todavía, mientras el tiempo falte a la repetición, recuerdo: no en vano mi nombre es invisible, se mantiene siempre a unos pasos de distancia para luego adelantarme inadvertido. Entonces mira de reojo, tal vez diciendo; «lo siento, está escrito que …», o «la distancia se mide en los pasos», u «otra vez será domingo». La mirada devuelve el objeto a su repetición. La promenade se acerca a su fin. Últimas campanadas. El parque ya está casi vacío. No en vano el juego se repite. ¿Qué es una última vez? Sobre todo un mito, como la primera vez. Momentos que se tiende a imaginar como irrepetibles pero que paradójicamente no dejen de suceder, de regresar. Un objeto de otro mundo, un sobre de azúcar, por ejemplo. Ese sobre que guardo en mi bolsillo como signo de una última comida. Y debo insistir: todo momento es el último y el primero. Vamos, venga.
Objetos e imágenes de otros mundos. Catálogo

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