Paco de la Torre. Pintar el pensamiento

 José Ramón Danvila

En El punto de las artes,  p. 5.
Madrid, 23-5-1996
Con el título «Poéticamente el hombre construye», Paco de la Torre (Almería, 1965) presenta un conjunto de pinturas bajo el doble signo de la introspección y el simbolismo. Su trabajo pertenece a un supuesto movimiento neo-metafísico cuyo principal planteamiento puede ser, como advierte uno de sus cuadros, una «cuestión de orden» para el pensamiento.
De la Torre construye espacios muy fríos, sin demasiadas referencias formales pero sí con un gran poder evocador; en ellos sitúa una acción elemental que tiene al hombre como sujeto y objeto. Normalmente son cuadros en los que el silencio y la paz se presentan como discurso esencial, pero no conviene llamarse a engaño porque la mirada, aún estando impregnada de esa especial y fría poética, contempla una serie de guiños que refieren estados de ánimo mucho menos tranquilizadores.
Si se revisan los títulos de las obras, De la Torre va dando algunas de las claves de su trabajo: el «automatismo», más como reflejo que como intención, la «pureza», un ideal al que aspira eliminando lo accesorio de la representación, el «orden», ya comentado, que es resultado de un proyecto organizativo más racional que emocional, el «tiempo» o el «espacio», elementos indispensables para llevar a cabo una labor contemplativa…
Después están los símbolos, unas veces tan claros como el laberinto, otras mucho más ambiguos como las figuras geométricas, y ese otro símbolo de la actitud, con el hombre como centro que, aunque en plan estatuario, significa una importante memoria renacentista o humanista, y esas otras posibilidades sígnicas comprendidas en los bodegones, siempre a un paso del paisaje, 0 los paisajes convertidos en naturalezas muertas, con su parentesco cubista, con una superposición conceptual que expone lo que podemos entender como línea de pensamiento.
También es preciso contemplar el especial sentido de la metamorfosis y de la simbiosis, a menudo de aire surrealista: una flor cuyos pistilos se convierten en cabezas femeninas, un islote que semeja una boca, arquitecturas que son diseño, y viceversa, 0 plantas que son edificios; es parte de un juego pretextado de ambigüedad pero que a fin de cuentas aprovecha partes de la realidad para hacer visible el pensamiento.
Retrato PT en la galería Seíquer

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