De Almería a Nueva York

Federico Castellón
Museo de Almería

Paco de la Torre

Arte10.com
Mayo de 2008
Número (ID): 303
ISSN: 1988-7744
El Museo de Almería presenta la primera exposición individual de uno de los surrealista más desconocidos en Europa. Artista almeriense presente en importantes colecciones americanas, en España solo se había visto su obra en colectivas realizadas en el MNCARS y la galería Guillermo de Osma.
La vanguardia histórica se continua revisitando y se recupera a los artistas que eclipsados por las estrellas mediáticas trabajaron en el desarrollo de las tesis que cambiaron la concepción del arte a principios del siglo XX. El caso de Federico Castellón, al que ahora se le presenta de manera oficial en España en el Museo de Almería, era una ausencia a medias. Castellón está presente en el panorama americano desde el inicio de su carrera con su inclusión en 1936 por Alfred Barr en la mítica “Fantastic Art, Dada, Surrealism” en el incipiente MoMA. Considerado desde entonces como una pieza del movimiento surrealista, la portada del catálogo de la exposición USA Surrealism de 2005 comisariada por Isabella Dervaux la ocupa su obra Untitle (Horse) c. 1938. Español de nacimiento (Alhabia, Almería 1914), su obra apenas se ha podido ver aquí en colectivas recientes del Museo Nacional Reina Sofía: “Surrealismo en España” de 1994 y “Huellas dalinianas” de 2004.
“De Almería a Nueva York” es la primera exposición individual que se dedica a Castellón, y el proyecto se queda a medias. El periodo más interesante de su obra pictórica, los años 30, apenas está representado por una obra ya conocida. Para la obra gráfica, en cambio, si se ha hecho un gran esfuerzo por conseguir una representación global y de gran nivel. El tesoro de un gran coleccionista de su obra, Emilio Fernández de la galería Acanto, nos habla de un esfuerzo personal a la hora de recuperar las teselas perdidas del mosaico de nuestra primera vanguardia ¬-citando a Juan Manuel Bonet- que no encuentra eco en las instituciones.
La familia Castellón emigra a Nueva York en 1921 y allí es donde su deseo de destacar le hace potenciar su don para el dibujo, alabado en el seno familiar -como reconocerá mas tarde en la entrevista que concede a The Archives of American Art-. Apadrinado por Diego de Ribera, al que conoce durante el proceso Rockefeller, consigue una beca del Gobierno de la República Española para la casa Velázquez. Del 34 al 36 en el que el estallido de la guerra civil lo hace regresar a USA, trabaja en España y se enamora de la obra daliniana. A su vuelta Dalí es portada del Times y se convierte en un referente tras su muestra en la galería de Julien Levy. Paralela a la pintura cobra fuerza la litografía, que será el medio en el que más trabaje a lo largo de su vida, potenciada por su gran maestría con el dibujo. Su vida dará un giro radical al alistarse al ejército americano en la II Guerra Mundial, en un novelesco papel de artista-agente secreto. En una misión preparará una de sus obras más importantes, “La carpeta china”. Once aguafuertes y aguatintas donde retrata su conocimiento de la historia del arte. Lejos quedaban ya sus oníricas referencias a la infancia almeriense que presentó en la galería neoyorkina Weyhe o en Paris junto a Dali, Gris, Miro o Picasso. Los temas mitológicos y los clásicos de la literatura en una estética expresionista con reminiscencias simbolistas -en ciertos momentos muy Odilon Redon- serán las coordenadas de su obra de madurez. El surrealismo no pudo resistir los envites de sus detractores, encabezados por Clemente Greenberg, conduciendo a los creadores como Pollock, Rothko o Guston al expresionismo abstracto americano.
Para los amantes de Castellón y la vanguardia es una agradable sorpresa esta muestra, pero al tiempo deja las armas en alto esperando el desembarco de sus grandes obras surrealistas, que hoy por hoy nos conformamos con disfrutarlas en las reproducciones.